La fase diluida se caracteriza por mantener el material suspendido en el flujo de aire durante todo el trayecto. Es ideal para materiales con baja densidad aparente, no abrasivos y de partículas finas o medianas. Este tipo de transporte puede configurarse de dos formas: por presión positiva o por vacío.

En sistemas por presión positiva, el aire comprimido se inyecta desde un soplador o compresor hacia la línea de transporte, impulsando el material a través de válvulas rotativas u otros dispositivos dosificadores. Se utiliza comúnmente cuando se requiere transportar desde un punto de origen único hacia múltiples destinos, en trayectos horizontales o descendentes.

En los sistemas por vacío, en cambio, se extrae el aire desde el extremo del destino, generando una succión que atrae el material desde uno o varios puntos de carga. Este diseño es ideal cuando se busca centralizar el destino (por ejemplo, un mezclador) desde múltiples silos o tolvas, con un control estricto del polvo ambiental.

Ambas modalidades de fase diluida son utilizadas en la manipulación de productos como harina, leche en polvo, azúcar pulverizada, aditivos alimentarios, polvos farmacéuticos, almidones, colorantes, entre otros, donde la velocidad, la frecuencia de carga y la limpieza del sistema son esenciales.